miércoles, 10 de noviembre de 2010

LA CALLE

Un niño solicita una moneda:
se le recomienda que trabaje.

Un mendigo pide dinero:
los transeuntes hacen como si no lo viesen.

Una mujer se inclina para socorrer a su pequeño hijo:
los caballeros se preocupan de mirar sus senos.

Otra cae desmayada:
los presentes evalúan sus muslos.

Un defectuoso camina trabajosamente:
del balcón cae un apodo.

Un borracho se afirma a la pared:
a la gente le parece divertido.

Un hombre ocupa la banca de un parque:
un amigo le pregunta si consiguíó trabajo.

Un posible incendio es controlado a tiempo:
la muchedumbre se retira defraudada.

Un suicida cae desde un edificio:
curiosos observan, pero no llaman a la ambulancia.

Un hombre pas monologando a gritos:
el público se muere de la risa. 


Aristides se preocupa por la paradoja del  mundo actual. Nos jactamos del progreso y del avance tecnológico inmesurable del que somos autores, pero no nos damos cuenta del abismo en el que ha caído la sociedad, como no cuidamos las relaciones con nuestros iguales, como descuidamos la parte emocional de nuestras vidas. Es una crítica social a la indiferencia de hoy en día, al poco me importa hacia los problemas de los demás, vivimos por nosotros mismos y para nosotros mismos. Nos dejamos llevar por el ineteres personal, el deseo, la lujuria; nos olvidamos de todo sentido de simpatía, generosidad, amabilidad. Ignoramos el restraso emocional en el que vive la sociedad actual.  

1 comentario:

  1. Madeleine...Aristides nos enseña la cruel realidad presente. Cada pareja de versos es un lado de la moneda, cada uno tan "oxidado" como el otro. Primero menciona la pobreza u otra situación denigrante común en Panamá, y después comenta la reacción habitual e ignorante del resto. Él se pregunta que qué será de Panamá en el futuro.

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